tocando fondo
Inicio
¿Soy Alma Maia?
Escritura
Recomendaciones
Contacto
Introducción a las cartas de amor

La siguiente recopilación es una serie de heridas mal sanadas o sangrantes según sea el momento, la situación o la persona. Todas ellas plagadas de la humana necesidad de escupir odio a aquell@s que fueron capaces de hacerme sentir.
Estos textos son el epitafio hecho carta y convertida en una necesidad enfermiza de recordarles.
24 de julio de 2017

Querido B.

Han pasado 6 años desde la última vez que estuvimos juntos en mismo espacio y a pesar de la necesidad enfermiza que tiene mi psique de traerte de vuelta al presente y de inmiscuirte en mi día a día nunca había sentido la penuria de escribirte algo, incluso en este momento no tengo claro el qué y por qué lo estoy haciendo.

Quizá podría contarte cuantas veces he llorado por ti, o cuanto te odio porque no me buscaste; pero sobre todo porque me odio a mí misma por seguir perdida en ti. Hay tantas cosas que podría contarte que haría esta carta infinita, pero creo que siempre hablamos claro durante nuestra corta relación que no tiene nombre y ahora entiendo por qué en el último momento esto estrepitosamente termino.
¿Recuerdas la última vez que nos vimos? Ahora ya no lo tengo tan presente pero un par de años después de lo sucedido cerraba los ojos y sentía como me transportaba a ese momento y espacio. Las cosas eran muy tensas, aunque todos disimulábamos demasiado bien para ser adolescentes; ella no me iba a abandonar porque era su mejor amiga y una de las tantas personas que la había traicionado, tú me mirabas, imponente junto a tu padre, tus ojos me gritaban tantas cosas que recuerdo cómo se sintió mi corazón con la última mirada que me diste; creo que ese fue el primer día que dolió tanto que no lo soporte, ese día fue mi primer terremoto.

Ahora no sé qué decirte, y no porque tenga miedo o rencor (porque a pesar de estas dos emociones si te tuviera enfrene te contaría todo sobre mi), sino porque miro al espejo y me doy cuenta que la persona que se refleja no es la niña de 15 años que dejaste atrás, pero tampoco ha cambiado del todo.
Creo que te escribo precisamente hoy porque estoy teniendo un día malo de esos que te hacen replantearte la vida y tengo muchos reproches y gritos con tu nombre guardados; siento la necesidad de que vuelvas y me escuches como lo hacías antes. Contarte de mi familia me llevarías días y contarte sobre lo que estado haciendo en los últimos años es tan dramático y a la vez tan absurdo y aburrido que simplemente no tengo ganas, por lo menos no por ahora.

Solo quería que supieras que eres el centro de mi vida, si tú, la persona que me resistía a conocer cuando tenía 13 años, alguien de quien me estuve escondiendo por 8 meses dentro de un salón, sé que esto nunca te lo conté pero sabes, ahora que lo pienso detenidamente en realidad ninguno de los dos sabemos nada el uno del otro, todo el tiempo que pasamos juntos lo invertimos en lamernos las heridas que teníamos; yo me encante de una persona que me miraba como nadie más lo hacía, me volví adicta a los momentos en los que decíamos cosas sin sentido y sonreíamos como idiotas, los instantes en que complementábamos la idea del otro y la forma en que decías que era especial, que nadie era como tú y yo.

Creo que tú no te enamoraste tanto porque desde ese último vistazo solo supe de ti en contadas ocasiones y de esas solo una vez supe que me buscabas.
No sé por qué estoy haciendo esto, pero ¿sabes? espero que si algún día está en tus manos puedas decir algo, lo que sea no importa, porque, aunque tengo la esperanza de que eso me sea suficiente también cabe en mis expectativas que me destruya un poco más.
Alma.
9 de agosto de 2018

Querido B.

Han pasado 6 años desde la última vez que estuvimos juntos en mismo espacio y a pesar de la necesidad enfermiza que tiene mi psique de traerte de vuelta al presente y de inmiscuirte en mi día a día nunca había sentido la penuria de escribirte algo, incluso en este momento no tengo claro el qué y por qué lo estoy haciendo.

Quizá podría contarte cuantas veces he llorado por ti, o cuanto te odio porque no me buscaste; pero sobre todo porque me odio a mí misma por seguir perdida en ti. Hay tantas cosas que podría contarte que haría esta carta infinita, pero creo que siempre hablamos claro durante nuestra corta relación que no tiene nombre y ahora entiendo por qué en el último momento esto estrepitosamente termino.
¿Recuerdas la última vez que nos vimos? Ahora ya no lo tengo tan presente pero un par de años después de lo sucedido cerraba los ojos y sentía como me transportaba a ese momento y espacio. Las cosas eran muy tensas, aunque todos disimulábamos demasiado bien para ser adolescentes; ella no me iba a abandonar porque era su mejor amiga y una de las tantas personas que la había traicionado, tú me mirabas, imponente junto a tu padre, tus ojos me gritaban tantas cosas que recuerdo cómo se sintió mi corazón con la última mirada que me diste; creo que ese fue el primer día que dolió tanto que no lo soporte, ese día fue mi primer terremoto.

Ahora no sé qué decirte, y no porque tenga miedo o rencor (porque a pesar de estas dos emociones si te tuviera enfrene te contaría todo sobre mi), sino porque miro al espejo y me doy cuenta que la persona que se refleja no es la niña de 15 años que dejaste atrás, pero tampoco ha cambiado del todo.
Creo que te escribo precisamente hoy porque estoy teniendo un día malo de esos que te hacen replantearte la vida y tengo muchos reproches y gritos con tu nombre guardados; siento la necesidad de que vuelvas y me escuches como lo hacías antes. Contarte de mi familia me llevarías días y contarte sobre lo que estado haciendo en los últimos años es tan dramático y a la vez tan absurdo y aburrido que simplemente no tengo ganas, por lo menos no por ahora.

Solo quería que supieras que eres el centro de mi vida, si tú, la persona que me resistía a conocer cuando tenía 13 años, alguien de quien me estuve escondiendo por 8 meses dentro de un salón, sé que esto nunca te lo conté pero sabes, ahora que lo pienso detenidamente en realidad ninguno de los dos sabemos nada el uno del otro, todo el tiempo que pasamos juntos lo invertimos en lamernos las heridas que teníamos; yo me encante de una persona que me miraba como nadie más lo hacía, me volví adicta a los momentos en los que decíamos cosas sin sentido y sonreíamos como idiotas, los instantes en que complementábamos la idea del otro y la forma en que decías que era especial, que nadie era como tú y yo.

Creo que tú no te enamoraste tanto porque desde ese último vistazo solo supe de ti en contadas ocasiones y de esas solo una vez supe que me buscabas.
No sé por qué estoy haciendo esto, pero ¿sabes? espero que si algún día está en tus manos puedas decir algo, lo que sea no importa, porque, aunque tengo la esperanza de que eso me sea suficiente también cabe en mis expectativas que me destruya un poco más.
Alma.